Resaca festiva
Observo un esperpento de realidad
en las calles de mi pueblo,
tras la primera noche de fiestas,
cuando salgo de casa,
con las primeras luces del sábado,
a pasear la mañana con Kira.
Enrojecidos ojos de sueño
implorando urgentemente descanso.
Miradas perdidas en algunas galaxias
muy, muy lejanas.
Traspiés provocados
por inexistentes obstáculos físicos.
Risotadas imbéciles,
propias de quienes han perdido el juicio.
Palabras incoherentes,
pronunciadas con estridencia,
destinadas a un oyente imaginario.
Cuerpos desmadejados,
ocupando espacios inadecuados
para el descanso.
Falsas promesas de amor eterno
entre adolescentes que se besan,
que se abrazan buscando calor,
como si no hubiera un mañana,
arropados por las sombras
de un amanecer de claroscuros.
Insultos blasfemos
entre amigos de toda la vida,
provocados por tragos
de mezclas de dudosa procedencia,
alojadas en vasos de plástico,
amenizados con la estridencia
de mal llamadas músicas:
peleonas, perreonas, machistas,
incalificables, deshonestas,
que atentan contra el buen gusto
de quien ama la belleza.
Expertos trabajadores en la limpieza
y el adecentamiento de la vía pública,
trabajando a destajo
entre saltimbanquis ocasionales.
Soldados de uniformes fosforescentes,
pertrechados con escobas,
carros de limpieza y mangueras de agua,
tratando de borrar las huellas
del insano hedor que dejan
los zombies trasnochadores
tras una larga noche de excesos.
Nota: El autor de este post no se responsabiliza de los posibles efectos secundarios nocivos para la salud que puede ocasionar la audición del tema que acompaña el poema. Si usted no ha podido resistirse a la tentación de escucharlo tenga a mano el teléfono de urgencias 112. Gracias.
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