Arriesgar
Cuando el corazón comienza a tomar decisiones fiándose únicamente de la intuición y la emoción, sin pedir permiso y sin consultar a la razón, noto a flor de piel la callosidad de viejas cicatrices y la incorpórea huella de algunos trozos de metralla recibidos en algunas de las mil batallas, de esas que a todos nos toca librar, que me recuerdan el pasado, como queriendo prevenirme de antiguas derrotas, como procurando mantenerme a salvo, bajo la protección de un intangible e irreal caparazón a prueba de fracasos. Pero dijo un poeta*: "La vida es de los que arriesgan, de los que muerden sin prejuicios la manzana". Y yo me atrevo a proclamar, a quienes quieran escuchar, que la vida es para vivirla, para tomarla a sorbos en compañía de tus amigos, para tropezar mil veces y levantarse otras t...