Nunca caminaré solo
Si creyese en la fatalidad del destino, juraría que se ha empeñado en derrotarme, colocando en mi caminar toda suerte de obstáculos. Y abrumado por la tristeza, el desánimo y la melancolía, me sentaría a un lado del camino, me despojaría de mi mochila cargada de ilusiones y deseos, soltaría las hebillas de mis sandalias peregrinas y esperaría, falto de motivaciones, la llegada de la nada. Pero la fatalidad sólo existe en las antiguas tragedias griegas y soy yo quien elije la suerte de mi destino cuando decido actuar de una determinada manera ante las dudas y las dificultades que surgen. En este viaje no estaré solo. Siempre encontraré alguien con quien compartir las alegrías y las desdichas del camino. No importa cuanto tiempo ni cuanto recorrido.